A finales del siglo XIX, La Plaine-saint-Denis experiencia un desarrollo industrial importante. El barrio se construye en torno a grandes fábricas y provinciales y internacionales inmigrantes están dispuesto a trabajar en condiciones laborales terribles y a vivir cerca de las fábricas. Los españoles se instalan en el barrio "Quartier des passages" renombrado Pequeña España a finales del siglo XIX.
En 1911, 260 españoles viven en Saint-Denis, especialmente en el barrio de La Plaine: 145 viven avenue de Paris ( hoy conocido como Avenue du Président Wilson), otros se instalan rue de la Montjoie. Rue de la Justice, que se convertirá en el centro del barrio Español después de 1918, solo albergue cuatro familias españolas en 1911.
La comunidad está compuesta por un 70% de hombres (incluidos los niños). Esta situación se debe a los numerosos hogares españoles que acogen a "primos", "parientes" y otros "invitados" (principalmente muy jóvenes) empleados por la fábrica de vidrio de Legras. Se trata, de hecho, de un tráfico de jóvenes de 11 a 19 años, contratados en pequeños pueblos de la provincia de Burgos, una de las más pobres de Castilla, por unos traficantes de esclavos procedentes de la misma región. En 1940, más del 40% de los españoles que vivían en Saint-Denis procedían de esta provincia. Tras ser contratados por la fábrica de vidrio de Legras, estos "intermediarios", que también trabajan para la fábrica, se llevan una gran parte del salario de los niños. Los chicos, principalmente obreros, sólo cobran al final del año para evitar que se les escape. Viven en la misma casa que su "padrino" y su mujer, sin ninguna intimidad.
Más de 50 chicos, con una edad media de 15 ½ años, viven en estas condiciones en 1911. En La Plaine, junto a Aubervilliers, 137 españoles son también víctimas de esta situación.
Delimitado por la avenida President Wilson, el Canal Saint-Denis, rue du Cornillon y rue de Landy, la Pequeña España es un laberinto de calles estrechas, construidas por los obreros españoles que asientan sus casas en este antiguo solar.
El "quartier des passages" no tiene acceso a la electricidad, al gas o al agua hasta los años 50. Los habitantes tenían que procurarse agua en las fuentes ubicadas en la esquina de la rue du Landy y rue de la Justice.
A los habitantes franceses no le gustan esta inmigración, se quejaron de que las familias estaban demasiado numerosas, la falta de higiene y la violencia. Pero la policía atestigua que la población española es bastante tranquila.
Después de la Primera Guerra Mundial, un rico mecenas mexicano (o una dama parisina posiblemente), da el dinero para construir la capilla Saint-Thérèse de l'Enfant Jésus (junio de 1923) y el apoyo del Hogar (1926). Los emigrantes, en su mayoría procedentes de la calle, son muy religiosos y acuden con frecuencia: cada domingo, la misa reúne a más de 200 personas. Los padres claretianos celebran bautizos, confirmaciones, bodas y funerales, pero también prestan asistencia social. En el mismo terreno se ha construido una sala de conciertos y una clínica gratuita dirigida a los inmigrantes españoles.
El hogar de los Españoles es un fracaso porque porque la mayoría de los obreros están descristianizados. La situación empeora cuando los Franquistas tomaron el control de edificio hasta el final de la dictadura.
Hoy en día españoles de La Plaine y de todos lados siguen visitando El hogar de los Españoles. El edificio abre todos los fines de semana y los miembros de la asociación pueden asistir a conciertos, obras de teatro, exposiciones y tomar clases de baile o guitarra. El restaurante y el bar de tapas, ambos lugares todavía vivos, conservan la cultura española.
La guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial ponen patas arriba la vida de la Pequeña España de La Plaine. Desde el comienzo de la guerra civil, en julio de 1936, los españoles se preguntan si tienen que ir a luchar. Una gran mayoría de la comunidad se alinea con la República y se aleja de los sacerdotes de la parroquia, que juran lealtad a los nacionalistas. Unos cuarenta españoles, de 18 a 46 años, van a luchar por el partido republicano. Los demás se quedan organizando una red de apoyo a los comunistas o anarquistas. Participan activamente en la solidaridad con la España republicana y las familias de los hombres que van a luchar: reuniones, recogidas de herramientas y equipos en la vía pública, proyecciones de películas... Tras la victoria de Francisco Franco en 1939, las familias de la Pequeña España se unen para adoptar a los huérfanos o refugiados del ejército republicano y, durante la ocupación, varios españoles participan en la resistencia.
Los refugiados también se trasladan a La Plaine tras cruzar los Pirineos para huir de la represión franquista. Una prohibición gubernamental les prohíbe instalarse en el departamento del Sena. Algunos de los españoles que ya vivían en La Plaine o tienen familia allí consiguen cruzar la frontera. Es el caso de la familia de François Asensi, actual diputado y alcalde de Tremblay-en-France. Tras algunas detenciones y encarcelamientos, su padre Paco, que dejó La Plaine para luchar es España, y su esposa Nina, que se unió a ellos, regresan como inmigrantes ilegales con sus dos hijos, Sonia y François, en 1947.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los miembros de la segunda generación comienzan a abandonar La Plaine. A pesar de un barrio cerrado a los extraños y de unos padres replegados en sí mismos, la integración de los niños va bien. Incluso se casan con habitantes franceses. Primero van a la escuela, se entretienen (bailes) y van a la fábrica y al comité del partido comunista donde se conocen españoles y franceses.
Se instalan en viviendas sociales o en casas unifamiliares, lo que significa que tuvieron éxito. La llegada de numerosos exiliados republicanos (españoles deportados en Alemania, por ejemplo) sustituye a los que se van.
Por otro lado, La Plaine acoge a nuevos pueblos. Los españoles abandonan la ciudad y son sustituidos primero por argelinos y portugueses que vienen para la construcción de la autopista A1 y de proyectos de viviendas sociales. A finales de los años 50, estos obreros viven por docenas en pequeños apartamentos donde antes vivían familias españolas. Tanto los argelinos como los portugueses se llevan bien, lo que da lugar a matrimonios intercomunitarios.
A partir de los años 2000, llegan nuevos inmigrantes de todo el mundo. Los caboverdianos sustituyen a los portugueses junto a Aubervilliers. Esrilanqueses, bengalíes, malienses y asiáticos se instalan en alojamientos precarios en la calle Cristino García. Con la construcción del Stade de France y de nuevos apartamentos privados, se destruyen los antiguos tugurios españoles y los terrenos baldíos.