Las estatuas medievales, encargadas por San Luis, se construyeron siguiendo el modelo de las estatuas-columna que adornan las puertas de la iglesia. La reorganización de la necrópolis, iniciada por la dinastía de los Capetos propició el descubrimiento y el traslado de los restos de los 16 monarcas, enterrados entre los siglos VII y XII. Sus huesos fueron reubicados y colocados en ataúdes sobre los que se colocaron 16 figuras yacentes con rostros idealizados, expresiones majestuosas de la función real. La representación de estas esculturas es relativamente coherente.
Tumba de piedra de Carlos Martel. Aunque era alcalde de palacio, se le consideraba como antecesor de la gran dinastía carolingia. P.Lemaître © CMN
El número de estatuas yacentes encargadas por San Luis asciende a 14. Los soberanos llevan una corona y un cetro. Originalmente pintadas con colores vivos, las figuras, que están vestidas al estilo del siglo XIII, no se representan muertas; sus ojos están abiertos a la luz eterna. Afirmando la creencia en la Resurrección, se vuelven hacia el este, hacia el sol naciente, imagen de Cristo cuyo regreso esperan. Pero los capetos también tenían un objetivo político. Querían que se recordara la continuidad dinástica que existía entre los merovingios, los carolingios y los capetianos, y trataron de conseguirlo a través de la representación escultórica.
Más información sobre las estatuas yacentes de Saint-Denis.
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