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Basílica Saint Denis

La Revolución

La abadía fue disuelta en 1792. En 1793, tras la muerte de Luis XVI, el diputado Barère exigió la desctrucción de los "monumentos vinculados al feudalismo y a la monarquía" en Saint-Denis. La revolución se lanzo a atacar el poder simbólico de los vestigios del Antiguo Régimen (dos siglos antes de la Revolución francesas). Francia estaba en guerra y necesitaba metal para la fabricación de armas. 

El techo de plomo de la basílica fue fundido, al igual que varias placas y tumbas de metal. En Saint-Denis, no fue el populacho enfurecido el que llevó a cabo la destrucción, sino el gobierno, la Convención, que en agosto de 1793 contrató a un empresario y a trabajadores para que desmontaran las tumbas y destruyeran algunas de ellas. En otoño de 1793, los restos reales fueron exhumados y depositados en dos fosas comunes excavadas en el cementerio situado al norte de la iglesia abacial, terreno que hoy es el Jardín Pierre de Montreuil. Armados con picos y palancas, los trabajadores atacaron los ataúdes. Un antiguo monje benedictino de Saint-Denis, Dom Poirier, testigo escrupuloso e imparcial de los hechos, redactó un informe oficial sobre las exhumaciones. Los primeros restos exhumados fueron los de Enrique IV. El Vert-Galant estaba tan bien conservado por la momificación natural que fue expuesto durante dos días junto a una columna de la cripta. Luis XIV estaba tan negro como la tinta. Luis XV había sido cuidadosamente envuelto en lino y tiras de tela y parecía estar en buen estado. Pero nada más sacar el cuerpo se disolvió en "putrefacción líquida". Hoy en día, ninguna de estas tumbas contiene restos.

Tras las exhumaciones, la abadía se convirtió en un almacén. Chateaubriand, en su "Génie du Christianisme", describe la ruina: "Saint-Denis está desierta. Los pájaros entran y salen, la hierba crece en sus altares destrozados y sólo se oye el goteo del agua a través de su techo descubierto". El deseo, nunca cumplido, de Napoleón I de ser enterrado allí hizo que se emprendieran trabajos de restauración a partir de 1806. Los servicios se reanudaron en 1802.



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